Exigirnos demasiado tiene consecuencias negativas
Exigirnos demasiado a nosotros, a los demás y al mundo, es algo agotador. Es imposible conseguir que todo salga perfecto y no es sano para nosotros.
Hay una parte de la exigencia, que nos viene bien. Nos ayuda a conocer nuestros límites, mejorar nuestras habilidades y obtener mejores resultados.
Pero llevado al límite, se convierte en algo perjudicial. Que provoca frustración y no nos deja avanzar de un modo natural.
¿Por qué nos exigimos demasiado?
Los niños pequeños, captan un mensaje muy claro de los adultos: valoran las cosas que hacen bien. El niño crece pensando que si no hace las cosas perfectas, no será querido.
Debido a esto, muchas personas sienten que tienen que cumplir las expectativas puestas en ellos. Necesitan hacer todo perfecto y se exigen constantemente.
Otras veces, la exigencia proviene de uno mismo. Si no son perfectos, no se sienten válidos. Y cada vez al sentirse menos satisfecho, se exigen más. Es un círculo vicioso.
Sea como sea, uno mismo es el que repite este comportamiento autodestructivo. Y uno mismo, es el que debe aprender a romper con él.
Características de las personas exigentes
Como en cada patología, existen unas características comunes, veamos cuáles son:
Su ritmo de crecimiento es más lento
Querer conseguir la perfección, les hace funcionar más lento. Son menos productivos, se bloquean, revisan el trabajo todo el tiempo, no están satisfechos y no cumplen los plazos.
No disfrutan del camino
Solo están pensando en el resultado, sin prestar atención al camino. Por una parte, no disfrutan del trayecto. Por otra, su meta es inalcanzable, al no analizar si es factible o no.
Sentimiento de insatisfacción
No disfrutan de ninguna meta, aunque hayan dado lo mejor de sí mismos. Están tan obsesionados con la perfección absoluta, que no pueden conformarse con menos.
Metas y plazos de tiempo imposibles
Las personas exigentes, no son realistas en cuanto a sus metas y plazos de tiempo necesarios. Ellos mismos se crean frustración debido a esto, e insatisfacción constante.
Todo es blanco o negro
No ven los matices de grises, solo los extremos: todo o nada. Esto es negativo, porque los paraliza al no ver más opciones posibles.
Piensan que todo está en su mano
Creer que todo se puede lograr si uno quiere, es muy peligroso. Este pensamiento les hace sentir, que lo hacen mal y que no es suficiente. Y hay factores que no dependen de uno.
Muy críticos con todo
Nada les parece correcto. Son muy críticos con ellos, con los demás y con el mundo. Este comportamiento sólo le trae problemas: insatisfacción, falta de autoestima, depresión…
Síntomas de exigirse demasiado
Si te sientes identificado, querrás saber qué síntomas son los que se experimentan. Las personas exigentes, suelen sentir ansiedad, culpa, preocupación, estrés, bloqueo…
Piensan que son inútiles o un fracaso. Tienen miedo a equivocarse y sentimientos victimistas. También presentan baja tolerancia a la frustración, aceptando mal el fracaso.
Además, cuando se empeñan en exigir a los demás o al mundo, tienen sentimientos negativos. No aceptan que las cosas no sean, como ellos quieren, y sienten ira.
Esto les puede llevar a tener comportamientos pasivo-agresivos o incluso violentos. Empeorando las relaciones con los demás, y sintiéndose peores personas.
Este tipo de comportamiento y sentimientos, les puede llevar a un agotamiento emocional. No es recomendable llegar a este punto, porque la persona puede enfermar.
Hay señales que avisan: falta de motivación, insomnio, cansancio físico, olvidos constantes, mal humor, mayor sensibilidad, distanciamiento afectivo, poca fluidez para razonar…
Si sientes que tú o alguna persona cercana, se encuentra en esta situación, ¡es necesario que pidas ayuda de un profesional!
¿Cómo evitar esta conducta exigente?
No hay que exigirse, aunque suene obvio, no es tan sencillo para este tipo de personas. Ser conscientes cuando se está teniendo un comportamiento exigente y rectificar
Esto no nos convierte en conformistas. Hay que querer cambiar las cosas e intentar hacer todo lo posible para ello. Pero no exigir a uno mismo o a los demás cómo deben ser.
Las personas exigentes y perfeccionistas, deben aprender a aceptar las cosas tal y como son. Entender que no pueden tener el control absoluto, ni querer ser perfectos.
Eliminar de la vida las obligaciones, deberías y presiones, que solo uno mismo se impone. Reconsiderar las prioridades, relajarse y pedir ayuda cuando sea necesario.
Pedir ayuda no es de débiles, si no un gran acto de valentía. Hablar con familiares y amigos, te acercará más a ellos, te sentirás apoyado y sentirás tranquilidad.
En muchos casos, es necesario pedir ayuda de profesionales. En Atlas Psicólogos te ayudaremos a entender y gestionar tus emociones. Y obtendrás un punto de vista neutral.
Entender que nada ni nadie es perfecto, te hará sentir más libre. Conseguirás mayor bienestar y lograrás mejores resultados en lo que te propongas. ¡Cuenta con nosotros!